A 83 años de su nacimiento, Jazz and Cash rinde tributo a una leyenda de la música argentina, Horacio Larumbe. Fue uno de los músicos más admirados y respetados del país, que falleció a los 64 años en el año 2003.
Más que ningún otro músico, encarnaba la quintaesencia del jazz, es decir, la improvisación. Su estilo, su forma de armonizar, siempre arriesgada y que sorprendía a las audiencias, fueron la escuela de muchos jóvenes músicos a los que generosamente enseñaba y asistía.
Había nacido el 5 de enero de 1939, en Lincoln, provincia de Buenos Aires, donde comenzó a estudiar piano clásico. Un precoz glaucoma le hizo perder la vista y a los ocho años viajó a Buenos Aires para estudiar en la escuela de ciegos, donde además de seguir estudiando piano comenzó a estudiar clarinete. En esa época, Larumbe participó en la orquesta sinfónica juvenil de la escuela, pero a medida que fue creciendo se inclinó cada vez más hacia las jam sessions. De día tocaba música académica, de noche se dedicaba al jazz, género del que se enamoró tempranamente.
De vitalidad envidiable, era radioaficionado y un lector incansable y actualizado.
De la misma generación de Baby López Furst, Eduardo Lagos y Jorge Navarro, Larumbe sentía una especial admiración por Horacio Salgán, único músico que lo ponía nervioso cuando iba a escucharlo. Ambos se trataban mutuamente de "maestro", y ciertamente lo son.
El reconocimiento como pianista de jazz le llegó durante la primera parte de la década del ochenta, gracias a sus actuaciones en el club Jazz & Pop, donde además de tocar con su trío, integrado por González en el contrabajo y Junior Césari en batería, participaba de interminables jam session los domingos, en las que los mejores músicos de la nueva generación se probaban el traje de artistas. Javier Malosetti, Lito Epumer, Armando Alonso, Paul Dourge, participaban de esos encuentros en los que el único hombre maduro era Larumbe. No abundaban por aquellos años los pianistas y el "ciego" trabajaba a destajo con los jóvenes, pero con el órgano, porque el piano de ese club, lo sabemos, era un mueble indomable. Organista de lujo, se definía como el mejor organista de jazz de la Argentina, porque -decía- "soy el único".
Tenía un estilo personal que no permitía confusiones. Salvando las distancias, su influencia y bohemia tienen puntos en común con las de Thelonious Monk, en Nueva York.
Antes de su partida a Suecia, donde tocó de manera estable con el baterista Albert Heath, Larumbe se había convertido en uno de los sesionistas más solicitados del país. Aparece en cientos de discos; Sandro y Palito Ortega lo tuvieron en sus grabaciones.
Fue en Suecia donde se abocó al órgano. Excelente intérprete de música brasileña, para la cual tenía la sensibilidad y el talento necesarios. Cuando tocaba tango, sonaba jazzístico; haciendo jazz, era muy personal.
Tantos discos grabados y ninguno propio. Recientemente, la productora Silvia Errea lanzó su primer trabajo discográfico, en el que comparte con la excelente cantante María Volonté la portada. Larumbe intervino y desempeñó un papel importante a la hora de definir el repertorio y los arreglos. Errea subsanó en parte el error histórico de que este gran músico no tuviese la debida difusión. Su final en "La puñalada" es sencillamente maravilloso. De todos modos, Larumbe tiene otro disco, "Carnaval", con González y Césari, pero grabado para el mercado español y que no se editó en la Argentina.
Con la muerte de Larumbe la música en la Argentina perdió a uno de sus maestros más queridos y creativos.
Información de La Nación
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