Este viernes 11 de octubre se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de un legendario baterista como lo fue Art Blakey, fundador de los inmortales Jazz Messengers y uno de los músicos más originales del jazz.
Durante 35 años, los Messengers de Blakey fueron la banda de hard bop más excitante de la escena del jazz. “Todo lo importante está en el ritmo. Es el ritmo lo que hace buenos solistas, no la lectura. Dizzy Gillespie y Charlie Parker sabían muy bien de esto”, decía este fascinante artista en una de sus últimas entrevistas.
Blakey era un baterista salvaje, formado en las Big Bands de Fletcher Henderson y Billy Eckstine. Un líder en todo sentido y con un ojo excelente para descubrir talentos. Sus Messengers resultaron una verdadera escuela para artistas como Wayne Shorter, Wynton Marsalis, Freddie Hubbard, Lee Morgan, Hank Mobley, Johnny Griffin, Cedar Walton, Keith Jarrett, Bobby Watson y Branford Marsalis, entre otros.
Un verdadero Mensajero del Jazz, Blakey grabó con su banda algo más de cien discos oficiales, muchos de ellos en vivo, un aspecto en el que eran especialmente atrayentes por el empuje sobre el escenario. Sobre este punto, el baterista decía: “Según las cifras que andan dando vueltas y si incluimos los discos no oficiales llegamos a los 475”.
Su capacidad como líder estaba asociada a su legendario mal carácter. “Me enoja mucho que holgazaneen porque provoca que el ritmo no funcione. No vienen para tocar unos cuantos coros, todos tenemos que estar tratando de crear algo”, decía sobre sus músicos. Durante las tediosas jornadas que debía pasar el grupo arriba de un ómnibus entre ciudad y ciudad, entre actuación y actuación, todo pedido de aumento de cachet de parte de alguno de los músicos terminaba con un desafío a pelear donde la historia los encontrase. “Nos bajamos y arreglamos esto como hombres”, decía el irascible baterista, que sin embargo siempre fue querido por colegas y público.
Arthur Blakey nació el 11 de octubre 1919, en Pittsburgh, Pensilvania y sus primeros pasos en la música fueron en la iglesia y con el piano. El propio músico contaba que su relación con ese instrumento terminó de manera abrupta en el extremo equivocado de una pistola en la mano del dueño del Democratic Club, en Pittsburgh, al tiempo que le decía que se sentase a tocar la batería si quería salir vivo, porque había contratado a otro pianista. Ese pianista auspiciado por la 38 del gánster era nada menos que Erroll Garner. “Mi malestar por volverme baterista se convirtió en una bendición”, admitía el artista.
Tomó a Chick Webb como modelo, legendario baterista de la orquesta del Teatro Apollo, de Harlem, de quien fue asistente y así comenzó a abrirse camino. Uno de sus primeros trabajos fue una gira con la pianista Mary Lou Williams; siguieron tres años con la orquesta de Fletcher Henderson, uno en el Club Tic Toc de Boston y otro tanto en la orquesta del cantante Billy Erckstine, donde conoció a Charlie Parker y a Dizzy Gillespie.
Luego llegó un viaje a Africa donde se bautizó en la fe del Islam como Abdullah Ibn Buhaina, tras lo cual se instaló definitivamente en Nueva York, donde además de grabar en el primer disco de Thelonious Monk hacia 1948 reunió a los Art Blakey’s Messengers, una octeto que no duraría mucho.
A comienzos de los '50 tocó en la banda de Miles Davis, y hacia 1954, junto con el pianista Horace Silver, formaron los Jazz Messengers, con Clifford Brown en trompeta, Lou Donaldson en saxo alto y Curly Russell en contrabajo. Aunque la grabación salió bajo el título de Horace Silver Quintet, el primer paso se había dado.
“En realidad, tras la partida de Silver, en 1956, hicimos una cooperativa pero no duró demasiado porque mis compañeros se fueron a armar sus propios grupos. Las circunstancias me hicieron líder de los Messengers”, decía Blakey. Junto con Kenny Clarke, Max Roach, Philly Joe Jones y Roy Haynes formó parte de los bateristas modernos del jazz, los que resolvieron esa tensión existente entre tradición y vanguardia que había surgido entre la Era del Swing y el advenimiento del Bop.
Blakey tenía un estilo inconfundible; excelente acompañante, era un cultor de la polirritmia, un músico de una explosiva vehemencia, con una técnica de fill in, que es colocar los acentos donde más convenientemente le parecían, infalible. Sus solos eran tornados de una fuerza y swing arrasadores y una concepción modernista de su instrumento. Un fanático de esos ultramodernos en los años sesenta llamó a Blakey anticuado a lo que Davis le dijo: “Si Blakey es anticuado, yo soy blanco”.
¿Cuál fue la razón para que los Messengers fuesen una parte importante en la historia del jazz? La primera podría ser que siendo un baterista formado en Big Bands desarrolló una fuerte afinidad con el bebop. Es decir, poseía una mente abierta y un estilo de sonido enérgico, preciso, marcado por un feroz ataque a los platillos y salpicado de encendidos e impredecibles redobles y boms que sacudían al grupo.
El estilo de Blakey generaba una tensión casi hostil contra los vientos. La anécdota del saxofonista Branford Marsalis es ilustrativa. “Cuando llegué a la banda tenía experiencia, pero ni remotamente la de músicos como Parker o Coltrane, y mi sonido tampoco tenía esa potencia. Lo primero que me dijo era que no usaban micrófonos, que cada uno tocaba con su propia energía. 'Muy bien', dije y empecé a tocar. Cuanto más fuerte tocaba mi tenor más fuerte pegaba él. Me tapaba, y yo pensaba: 'Me quiere avergonzar'. Pero la realidad fue que conseguí tras esa experiencia una potencia en mi sonido que ni yo creía poder tener. Fue un gran maestro para mí”.
Otro asunto trascendente fue que buena parte de la evolución musical de los Messengers, que dio nombre a todo un movimiento al grabar su disco Hard Bop (1957), se debió a los talentos que había en el grupo. Blakey confió en las composiciones de sus músicos. El pianista Bobby Timmons compuso Moanin’, This Hore y Dat Dare; el saxofonista Benny Golson Blues March, Along Came Betty y Remember Clifford y Wayne Shorter Ping Pong, Free For All y The Chess Player. Todos maravillosos temas que se convirtieron en éxitos.
Y por último la mística que rodeaba a los Jazz Messengers. No había otro grupo que sonase con ese calor y esa cohesión que los caracterizó. El baterista contó a Ben Sidran que muchos de los músicos que le gustaban no encajaban en la banda. “No puede haber conflictos personales en el grupo porque se trasladan a la música. Tenemos que confiar en el otro porque es a partir de ahí es que la banda se afianza. No hay otro manera”, decía el artista.
Art Blakey falleció en el hospital St. Vincent de Nueva York a consecuencia de un cáncer de pulmón, a unos días de haber cumplido 71 años, el 16 de octubre de 1990.
Algunos discos sugeridos
Art Blakey and Original Jazz Messengers (Columbia, 1956).
Hard Bop (Columbia, 1957).
Moanin’ (Blue Note, 1958).
A Night in Tunisia (Blue Note, 1960).
Roots and Herbs (Blue Note, 1961).
Indestructible (Blue Note, 1964).
Mellow Blues (Moon Records, 1969).
Album of Year (Timeless, 1981).
New York Scene (Concord Jazz, 1984).
One for All (A&M, 1990)
Fuente: Clarín
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