El legendario técnico de sonido Carlos Melero, falleció este jueves a los 87 años en su casa del barrio porteño de La Paternal, según informaron allegados a la familia.
Nacido en Santa Fe un 2 de octubre de 1934, se convirtió en una leyenda de la música argentina. Realizó estudios musicales en forma particular, tomando clases con los maestros Virtu Maragno (Armonía), E. Bosch y Luis Lavia (Piano), Washington Castro (Música de Cámara), Francisco Maragno (Dirección Coral), Juan Pedro Franze (Historia de la Música) y perfeccionando sus conocimientos de música contemporánea (Lecto-escritura y Armonía) con Jorge Martínez Zárate y Enrique Belloc.
A fines de los años 60 y con equipos suministrados por representantes de firmas comerciales nacionales y extranjeras, inició su aprendizaje en el uso de los sistemas de sonido profesionales. Utilizó la sala del desaparecido Teatro Embassy como laboratorio de ensayos y pruebas. Su sólida formación musical y su conocimiento del inglés (idioma en el que se encontraba toda la bibliografía técnica en la época), posibilitaron un rápido aprendizaje del oficio que, en su caso, siempre estuvo regido por parámetros musicales antes que técnicos.
Comenzó su actividad relacionada al sonido profesional en 1969 como asesor técnico en la empresa de equipamiento de audio nacional Holimar.
A fines de los 60 y junto a Iván Cosentino, Nora Raffo, Nelson Montes-Bradley, fundó el sello discográfico Qualiton dedicado a compositores e intérpretes argentinos y enfocado —en sus inicios— en la investigación musical etnográfica floclórica argentina.
Su debut como profesional responsable de la amplificación de sonido fue en 1971 en el Teatro Nacional Cervantes con la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Jaques Bodmer en la obra Sinfonía para 8 voces solistas y Orquesta, de Luciano Berio.
Luego, entre muchos otros cargos, estuvo a cargo del departamento de sonido del Teatro General San Martín entre fines de los 70 y 1987, durante la gestión de Kive Staiff. Fue sonidista residente de la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires desde su fundación en 1980 y hasta 1991, sonidista personal —en diversas etapas— de los siguientes artistas: Ariel Ramírez, Gerardo Gandini, Grupo MIA (Músicos Independientes Asociados) y Astor Piazzolla.
También se encargó del sonido del Teatro Gran Rex de Buenos Aires (como integrante de la sociedad Melero-Itelman) desde 1989 y hasta el 2014, año en que dejó la actividad. Durante casi cincuenta años de carrera fue el profesional elegido por productores para trabajar con artistas como Duke Ellington, Bill Evans, Enrique “Mono” Villegas, Osvaldo Pugliese, Invisible, Dexter Gordon, Horacio Molina, Sarah Vaughan, Martha Argerich, Horacio Salgán, y muchos otros.
Vale destacar que realizó el sonido de diversos espectáculos musicales en las siguientes salas y teatros: Teatro Opera, Teatro Gran Rex, Teatro San Martín, Teatro General Alvear, Teatro Coliseo, Teatro Odeón (desaparecido), Luna Park, Teatro Colón de Buenos Aires, Carnegie Hall y Lincoln Center de Nueva York, entre muchos otros
Con su particular técnica para grabar en vivo (en dos canales sin mezcla posterior), realizó grabaciones editadas comercialmente para Ariel Ramírez, Woody Herman, Astor Piazzolla, Bill Evans, Adrián Iaies, MIA, Oscar Cardozo Ocampo, entre otros.
Un dato particular, no usaba auriculares.
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